martes, 23 de octubre de 2012

LA PERSONALIDAD DEPENDIENTE



Una persona con un trastorno de la personalidad dependiente se caracteriza por la excesiva dependencia de otras personas en todo aquello significativo de sus vidas. Su actitud es de carácter pasivo, lo que implica que adopten otros sus responsabilidades y decisiones sobre todo en cuestiones importantes.
En general ocurre con mayor frecuencia entre el género femenino y es consecuencia de una baja confianza y seguridad en uno mismo, debido a  su percepción de poca valía en general.
Debido a su pobre autoconcepto y a la percepción de incapacidad que tienen de sí mismos (no deciden, son poco resolutivos). Prefieren que otros decidan por ellos diciéndoles todo lo que deben hacer (incluso hasta preguntar qué estudian o en qué trabajan, con quién relacionarse, qué hacer en su tiempo libre...).
Así, se establece una fuerte dependencia con ciertas personas sin las que la vida les parecería una tortura y sería imposible vivir, angustiándose cuando estas personas se ausentan durante pequeños periodos de tiempo.
Para mantener cerca a aquellas personas de las que dependen, su actitud hacia ellos es de suma amabilidad, cediendo a todos sus deseos y acomodándose a ellos, aunque sea humillante o abusivo, ya que prefieren este trato a asumir plenamente la responsabilidad de sus vidas, lo que les parece una árdua y aterradora tarea.
Tratan de agradar constantemente al otro para no ser abandonados, por lo que la confrontación y el manejo asertivo del conflicto, quedan excluídos de su repertorio habitual de conducta.
Las relaciones, para ellos, deben ser armoniosas y en caso contrario, tienden a disculparse inmediatamente, incluso cuando no sea su responsabilidad. El fin es que nadie esté a malas con ellos y puedan mantener esa imagen agradable.
Puede ocurrir que adopten un rol infantil para mostrar su ingenuidad y atraer así el cuidado de los demás.
En este trastorno la persona se resigna, asumiendo su sentimiento de inferioridad, mostrando constantemente su incapacidad  y así confirmando la sensación de no ser merecedora de nada.
Sufren mucho y se angustian pensando qué pasaría si la persona de la que dependen desaparece (muerte, abandono...) y eso les genera un gran temor, por su inseguridad y su pobre autoconcepto.
Por todo ello, pueden desarrollar trastornos de ansiedad y depresivos de carácter muy grave. En algunos casos se desarrollan otros factores que complican la situación y se consume alcohol o drogas como un síntoma más de esta personalidad.
En casos muy extremos y por un pánico terrible a la soledad o al rechazo, estas personas pueden incluso tolerar situaciones de maltrato, solo por conservar una relación, y aunque les suponga objetivamente un deterioro psicológico de su persona.
En estos casos, la terapia psicológica puede constituir un tratamiento efectivo para ayudar a este tipo de personalidades a asumir mayor independencia en la vida, de forma progresiva y con recursos que vayan potenciando su seguridad personal.

Como resumen podemos hablar de las siguientes características de la personalidad dependiente:
  • Excesiva dependencia de otros para satisfacer sus necesidades físicas y emocionales: miedo a cuidar de sí mismos.
  • Autoconcepto y autoestima devaluados: sentimientos de incapacidad.
  • Gran dificultad en asumir responsabilidades: necesidad de que otros las asuman por ellos.
  • Falta de criterio y decisión: necesitan preguntar y que los otros les reafirmen.
  • Inseguridad: pretende el apoyo y la protección de los demás y le puede llevar al drama del victimismo o la incapacidad.
  • Resignación: si no puede hacer "nada" otros tendrán que hacerlo en su lugar.
  • Pasividad: no toman iniciativas en proyectos personales.
  • Incapacidad de manejar la crítica: fácilmente lastimado por la desaprobación.
  • No soporta la soledad: por miedo y por necesidad de amor (dependencia afectiva o de pareja).
  • Pobre asertividad: no expresan el desacuerdo por miedo a la desaprobación o al rechazo.
" Lo que está en nuestro poder hacer, también está en nuestro no poder hacerlo" . Aritóteles.

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