miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿CUÁNTO SEXO ES NORMAL? TE PREGUNTARÁS.


  

Alfonso tiene un don. El de la oportunidad. Cuando llega a casa, lo primero que hace es buscar a su pareja para darle un beso y abrazarla. Lleva todo el día pensando en sus medias... en cómo le levantan el culito con las ligas bien prietas. Y ahí está ella, con su camiseta ajustada y sus vaqueros rotos, con el pelo recogido en un moño mientras juega descalza con el perro. ¡Tan sexy como se la imaginaba! 
Se acerca le besa y se atrinchera en sus caderas. "Dame un minuto" -le dice. Se desnuda y se da una ducha. Piensa: ¡Hoy es mi día, bien! 
Ella se asoma dispuesta. Bip, bip, bip! ¿Quién será? Un sutil ladrido de fondo junto a un: !Hola cariño! ¿Alfonso ha venido ya?. Mi er... !La suegra! Se esfumó la oportunidad. Sale resignado y mira a su chica y le dice con gestos "¿y nosotros... cuándo?", y ella sonriente le dice a su madre que claro que se puede quedar a dormir y acariciando la mano de Alfonso le espeta un susurrante: ¡Maaañaaanaaa...!

¿A diario? ¿Dos veces por semana? ¿El sábado sabadete y el resto de la semana vete? ¿Una vez al año? ¿Solo en las fiestas? Cuánto sexo es normal, te preguntarás.

En principio lo normal sería lo que a uno le pida el cuerpo y le deje satisfecho, aunque el problema aparece cuando a uno le apetece más que al otro. 

Según estadísticas, existe un promedio de 2´5 veces por semana. Pero solo es una frecuencia, no una frecuencia normal sexual. Se ha dado el dato de 118 veces al año como el promedio de coitos para los españoles. Y ten en cuenta que este dato solo refleja los coitos y no la gran cantidad de posibilidades sexuales que los excluyen.

¿Has oído hablar de la Ley de Fisher? Según este investigador canadiense, la sexualidad no funciona exactamente igual que otras necesidades fisiológicas, en las que la satisfacción de la necesidad (comer cuando se siente hambre, beber cuando se siente sed...) calma el deseo de la misma. Fisher dice que si una persona mantiene, por ejemplo, dos coitos por semana, cuando disminuye su frecuencia a una o menos, inmediatamente siente un aumento de su libido que le anima a mantener más relaciones de intimidad. Pero, si no se reanudan las relaciones sexuales por la razón que sea y durante un largo período, entonces el deseo disminuye y puede llegar a desaparecer. Del mismo modo, si una persona aumenta de esas dos relaciones sexuales a siete en la misma semana por las razones que sean, inmediatamente siente una saciedad sexual. Pero, si sigue manteniendo esa frecuencia sexual, el cuerpo se adapta y hasta incluso pide más sexo cuando baja la frecuencia de las relaciones.

Cuando existen situaciones que provocan distanciamiento emocional como problemas de pareja, una enfermedad, problemas familiares... (si son de larga duración), etc., son factores que favorecen una disminución del deseo sexual y que, incluso al superarse, no mejoran la libido. Esto lleva a la pareja a mantener una vida de pareja "fraternal" donde hay mucha compatibilidad en la logística del día a día pero no hay demanda de vida sexual. Por esto se suele decir: abandona tu libido un mes y ella te abandonará tres.

La tendencia natural, aunque no la más recomendable, es mirar lo que hace el vecino. Si el vecino lo hace siete veces a la semana, puede que esté generando en uno expectativas que no necesariamente va a poder cumplir. Si tú estás satisfecho con una vez a la semana y tu pareja también, lo que importa es cómo habéis llegado a un acuerdo satisfactorio para ambos, ya que la frecuencia sexual es una cuestión personal y exclusiva de cada individuo. Por la misma razón, quienes deseen mejorar su frecuencia sexual porque pasan incluso meses sin sexo, habrán de ponerse manos a la obra, ya. Al principio puede que sea un poco costoso pero, con un poco de insistencia, se convertirá en un verdadero placer.

Hay personas que más que cuantificar el sexo prefieren calificarlo, es decir, se prefieren más los pocos encuentros grandiosos que los muchos fugaces o que te dejan a medias. Cuando hay una diferencia marcada de deseo en una nueva unión, se unen también dos formas diferentes de pensar y sentir y dos expectativas diferentes en torno a lo adecuado o satisfactorio de la frecuencia sexual para cada uno. ¡Habrá que negociar! 

Y recuerda que lo negociable ahora puede cambiar con el tiempo. Pretender tener el mismo deseo con veinte, treinta o sesenta años, es irreal. La edad y sus circunstancias cambiará la frecuencia sexual, por eso hay que seguir hablando de sexo y negociando su frecuencia. Es cierto que cuando las relaciones sexuales se cuidan, se mantiene el juego, sigue la seducción y tú mismo aumentas tu deseo, la frecuencia sexual suele aumentar. El tema está en encontrar la oportunidad y las ganas si antes se habían bloqueado. Pero, saber que no es constante y que puede variar nos hará más humanos y empáticos con las variables que incidan en el deseo del otro.

¿Qué hacer cuando los ritmos son diferentes?
  • La persona con menos deseo marca el ritmo porque si lo hiciese la que más deseo tiene podría forzar al otro.
  • Llegar a un acuerdo entre los dos como la solución más viable. Para que el que tiene más deseo no se quede con las ganas, habrá que empatizar y tratar de acercar posiciones para que también se sienta satisfecho entre lo que cede y lo que recibe.
  • Si la demanda de uno es imposible de adaptarse a la demanda del otro, es saludable el auto-erotismo, es decir, la masturbación como gran aliada y fuente de satisfacción.
Recuerda que la frecuencia sexual varía en función de varios factores: la edad, la situación personal y amorosa, estar o no en pareja, y la variación del deseo individual según la frecuencia de las relaciones sexuales.

“Siempre me preguntan: ¿Cuál es la cantidad de relaciones que hay que tener? y ¿cuál es la correcta? siempre pensando en la competición. No hay forma correcta de hacerlo y no hay metas especiales que alcanzar ni estadísticas que emular. Debe ser aquello que cada uno y su compañera quieren que sea, en el momento que sientan que es mejor y satisfaga a ambos”.

Dr. Adrián Sapetti (El sexo y el varón de hoy)

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