miércoles, 30 de enero de 2013

«Mamá, ¿cómo entran los bebés en la tripa?»

Os pasó el último artículo donde he colaborado. Feliz miércoles a todos!

http://www.abc.es/familia-padres-hijos/20130129/abci-donde-venimos-201301281523.html


«Mamá, ¿cómo entran los bebés en la tripa?»

Día 29/01/2013 - 10.11h
«Mamá, ¿cómo entran los bebés en la tripa?»
Adiós a expresiones como «vamos a comprar un bebé» o «los niños los trae la cigüeña de París». A la hora de explicar a un niño «de dónde venimos» es mejor no utilizar un determinado tipo de frases que, según apunta Lorenza Escardó, del departamento de psicoterapia infanto-juvenil y adultos de www.consultapsicoterapia.net, supondrían burlarse del pequeño. «En ningún caso debemos inventarnos respuestas del tipo “el bebé sale por el ombligo de mamá”. Hay que ofrecerle una respuesta lo más realista posible pero siempre adaptada a sus conocimientos», corrobora Alba García Barrera, del área de Psicología de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima).
Esta curiosidad de los más pequeños ante la llegada de los bebés al mundo llega, inexorablemente, en algún momento entre los 3 y 4 años pero, ante todo, para la psicóloga de la Udimalo ideal es no precipitarse ni anticiparse a sus necesidades. «Simplemente, esperar a que surja su interés por ello. Es decir, cuando observemos que el pequeño que necesita esa respuesta en función de su experiencia de vida. Que haya visto una mujer embarazada, que vaya a tener un hermanito... Será entonces cuando los padres tengamos que interesarnos por lo que sabe acerca del embarazo y la forma en que vienen los bebés al mundo, para posteriormente adecuar nuestra explicación a sus conocimientos».
La edad, confirma Rosa Collado, psicóloga especialista en sexología y psicoterapia integradora de Centro de Psicología Álava Reyes.
la va marcando el propio desarrollo psico-sexual del niño. «La curiosidad que va despertando en él situaciones que ve y de las que desea obtener más información. Hay que satisfacer esa curiosidad cuando esta empieza a manifestarse. A veces un comentario que oye a adultos, hermanos más mayores o amigos o compañeros del colegio y que, desde su forma de percibir el mundo, le impacta o no entiende. El niño busca la confianza con el adulto para que le explique esa inquietud. No hay que olvidar que todos somos seres sexuados desde que nacemos y que la sexualidad es un apartado de nuestra existencia humana y vital».
   Sinembargo para Lorenza Escardó, de www.consultapsicoterapia.net quizás sea mejor sacar el tema a colación, «a fin de que no sea tratado entre los compañeros de manera inadecuada». Tampoco dejar la labor, por ejemplo, en manos de los profesores del colegio. Desde el punto de vista de Escardó, la función de los padres nunca debería ser reemplazada por el docente. Este último, explica, «cumple otra función, no menos importante pero sí distinta. Por ello siempre será conveniente que el niño encuentre en casa un ambiente que le estimule a pensar y hacerse preguntas, donde se sienta seguro de preguntar y encuentre las respuestas que contengan su inquietud»

Quién da las explicaciones


Además lo normal, prosigue García Barrera, «es que no sea una conversación planificada, sino que sea espontánea, por lo que no tengamos tiempo de decidir si lo hace papá o mamá. Tendrá que ser ni más ni menos que la persona que esté presente cuando el niño pregunte. Sin embargo, podemos retomar el asunto para asegurarnos de que el niño lo ha comprendido aprovechando la presencia de ambos progenitores, de forma que ambos puedan realizar aportaciones durante la explicación y ganarse así la confianza del niño». En este sentido, prosigue Escardó, «habrá conversaciones con la madre, con el padre, y con los dos padres juntos. También, en algunos casos, la mamá podrá remitir a su hijo al padre, diciendo que ella nunca fue un niño, si le pregunta algo acerca de lo que como mujer no pudiera responder, o al contrario, un papá podrá remitir a su hija a la madre, quien podrá explicarle mejor determinados asuntos».
Pero a veces hay padres que se sienten abrumados al tener que hablar de sexualidad con sus hijos y en lugar de improvisar prefieren afrontarlo estando preparados. En este caso, indica la psicóloga especialista en sexología y psicoterapia integradora de Centro de Psicología Álava Reyeses preferible no darle excesiva solemnidad a hechos que son naturales. «Ante una duda del niño podemos preguntarle si quiere saber algo más y si dice que no, respetar su decisión. Si dice que sí y no estamos preparados podemos decirle que esa información no la sabemos pero que buscaremos la respuesta y mañana se la damos (y lo hacemos. No vale decirlo y luego no cumplirlo porque genera confusión al niño que al final descubre que algo ocurre con el tema si sus padres le dan evasivas). Así, si quiere preguntar algo más también puede pensarlo y nosotros prepararnos para estar tranquilos y hablar con calma y sin evasivas al tema», propone.

La mejor forma de explicarlo


Una vez observemos que el niño siente interés o curiosidad por el tema, y tras averiguar lo que sabe o cree, es el momento de explicarle la realidad, prosigue Collado. Lo mejor es ser sinceros y decir la verdad adaptándola al vocabulario del pequeño. «Dependerá de la edad que tenga el niño para ser más o menos extensos en nuestras respuestas. A un niño pequeño –menor de cuatro años- es preferible responder de forma concreta y sencilla a su pregunta y no ir más allá de las preguntas que realiza. En la medida que se hace mayor —supera los cinco años— podrá entender otro tipo de explicaciones que tengan que ver con el funcionamiento biológico interno del cuerpo masculino y femenino. Y cuando el niño supere los 8 años ya puede entender dibujos que expliciten los órganos sexuales internos y la función del óvulo y del esperma», explica.
Esta sexóloga sugiere utilizar utilizar referencias del mundo vegetal o animal que ayuden a establecer similitudes pero marcando las diferencias con los seres humanos, hablando de amor y de afectos. «Es una forma de construir desde la realidad siendo claro, conciso y sencillo en la explicación. Recordar que el niño hasta que no llega a los ocho años aproximadamente, se le escapará el entendimiento del funcionamiento del cuerpo y los órganos genitales internos pero ello no implica que antes de esa edad se le cuenten historias que nada tienen que ver con la realidad (la cigüeña o cualquier otra historia fantástica). Esa información no hará más que crear confusión y falta de entendimiento sobre la realidad del propio cuerpo», asevera. «Las palabras excesivamente técnicas hay que adecuarlas a la edad y no dar toda la información sexual que sabemos en unos pocos minutos. Ser concisos y no colapsar con información que, aún a un adulto, podría resultar pesada o difícil de comprender», resume.
Eso sí, insiste la profesora de la Udima, «nunca mentirle ni engañarle con metáforas como la de la cigüeña, en cuanto el niño haga sus propias averiguaciones y vaya madurando y creciendo, la confianza que ha depositado en nosotros se verá vulnerada al descubrir que no le hemos dicho la verdad».

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