miércoles, 16 de octubre de 2013

MITOS DEL AMOR ROMÁNTICO

Foto: ROSS para Las Llaves del Ático
Cuando hablamos de Amor, a nuestras neuronas llega un estímulo de AMOR, en rojo y mayúsculas que enciende nuestros corazones, satura  y descentra nuestras mentes y hace que nuestras acciones vuelvan a un estado de febril adolescencia.
Pero ¿cuánto esperamos del Amor?  A veces, no es más que un cuento, una fantasía que construimos en nuestra cabeza, creyendo que nuestra pareja cumplirá en su mayor medida todas nuestras expectativas. 
¿Cuántos mitos habitan en la idea del amor romántico?
Empecemos por entender a qué se refiere este vocablo griego. Comúnmente se entiende mito como narración o relato. Los mitos ayudaron al ser humano a comprender la fenomenología natural y darle una dimensión trascendente y espiritual que pasaba de mente a mente en forma simbólica, sugerente y de emotivo relato. "Mythos" se entendía como el opuesto a "logos" que significaba razón. Como el mito no es racional, no servía para explicar la realidad pero era útil. Su utilidad se escribía a través del personaje creado extraordinariamente, para servir de modelo para la vida social de los comunes mortales. Normalmente el mito es ejemplar y explicativo de la sucesión original de determinados hechos y, sobre todo, ayuda a entender los conflictos humanos.
El mito existe en todas las culturas, otorgando a la sociedad modelos de conducta y valores que ayudan a hacer frente a los conflictos humanos. Así, ha estado asociado a la experiencia de lo trascendental para experimentar con intensidad otra realidad a la que poder "escapar".
El mito también cumpliría la función de socializador y, como tal, cambiará con las culturas y los cambios socio-políticos que se vayan dando a lo largo del tiempo.
Con todo ello, vamos a ocuparnos del mito del amor cortés que expresa la necesidad de un ideal romántico.  Vamos a enumerar algunas de sus características vigentes hoy en día, que configuran nuestras estructuras afectivas,  y que tantos desencantos generan entre los enamorados:
- Mito del Príncipe Azul: el héroe, el salvador, el activo, el luchador y conquistador de "Princesas", el defensor de las causas justas, lo masculino, el hombre. Este rol dividido rígidamente (frente al de la Princesa), es el modelo patriarcal más determinante que impide o frustra la creación de nuevos roles, más flexibles y adaptados a una sociedad moderna como la nuestra. Se nos vende un ideal que genera muchas frustraciones ya que no coincide exactamente con la realidad.

- Mito de la Princesa prometida: un estereotipo de género que lleva a la mujer a ser encantadora por su debilidad, pasividad y sumisión, paciencia infinita y vulnerabilidad emocional. Lo femenino, la mujer. El modelo de sumisión idealizado para las féminas por el patriarcado imperante y que tantas dependencias genera.

- Mito del Amor = Felicidad para siempre: El Amor que se nos vende es el enamorarse y salvar un montón de obstáculos para después poder vivir plenamente ese amor y ser felices hasta el final de nuestros días. La pareja aparece mitificada como el lugar donde hallar un remanso de paz, calma, alegría, felicidad, equilibrio y un largo etcétera que cimente la estructura sólida de la pareja feliz. 
Nada mejor para evadirnos de una realidad cotidiana con la que nuestras ensoñaciones no encajan al 100%.

- Mito del Amor fusionado o de la media naranja: Somos uno. La mujer es mujer alcanzando el amor a través de un hombre. Sus sueños se materializarán  a través de él (con la consecuente pérdida de libertad y mantenimiento de la dependencia). El ideal es fusionarse con "el alma gemela" y con la que únicamente podremos encontrarnos completos. Aunque, si las cuentas no me fallan, este dato es irreal, ya que uno más uno sigue sumando uno. En la pareja se pretende que la unión no haga uno, sino un par de seres implicados en un compromiso común que mantengan sus individualidades para crecer y apoyarse en la aventura de la vida y, así, seguir sumando dos. Además, es curioso con qué certeza creemos que hemos elegido a nuestra pareja por un sentimiento supremo (Amor y libre elección) como si no estuviese influido por un montón de variables biológicas y socio-culturales. El libre albedrío en el amor, no existe.

- Mito del Amor exclusivo y fiel: Al menos es lo que él espera y elegirá a una mujer buena que bebe los vientos por él y que le colmará de amor y le dará hijos que sabrá con seguridad que llevan su sangre por que de la mujer mala (pasional, caprichosa, ambiciosa y descarada... no se enamorará, aunque le atraiga increíblemente). Y, así, amará románticamente a su Princesa durante su vida y por todo lo que ella hace por él. Y ella alcanzará aquello que más desea, el amor a través de un hombre (evidentemente hablando del rol de princesa). Se cree que el amor romántico solo puede sentirse por una persona y, así, se alimenta el mito de de la monogamia junto a la persona como propiedad privada. El amor como elección voluntaria de uno hacia otro, tendría muchos matices.

- Mito del Amor pasional constante: creer que la pareja nos va a desear de forma pasional y cubrirá todos  los deseos románticos, eróticos y sexuales propios, no los primeros meses de la relación sino toda una vida.

- Mito del Amor conveniente en pareja: si hay amor y pasión, ya hay una garantía para que se pueda unir la pareja. A veces lo que une de forma desafortunada a muchas personas es el miedo a la soledad. Socialmente se ha establecido "el par" como lo aceptado, idealizándolo. Con lo que se presupone y cuestiona la aceptabilidad de la vida "single", empobreciendo las relaciones y haciendo sufrir mucho a todos aquellos que, por circunstancias varias de sus vidas, chocan con esa realidad, que se cree menos ideal que la de la vida en pareja.

- Mito del Amor lo puede todo: el amor es una variable más dentro de la dinámica de la pareja y en muchas ocasiones no es omnipotente. Frase: "contigo pan y cebolla". El amor muchas veces no puede con las situaciones económicas de pobreza o mala gestión económica. Tampoco puede con distancias insalvables en kilómetros o distancias abismales a nivel emocional creadas por la convivencia y los problemas cotidianos. Muchas personas creen en este "potencial mágico" del concepto Amor como un recurso para conseguir la felicidad que  no tienen y envolviéndonos en falsas promesas de autorrealización, plenitud y felicidad.

- Mito del Amor perdurable para siempre: Una vez me enamore, ya todo funcionará por sí mismo y a largo plazo. Como si el amor no hubiese que trabajarlo cada día. El típico comentario del amor cuidado como una planta a la que hay que regar a diario y cuidar con mimo, es perfectamente aplicable al amor en pareja. En el amor para siempre, existen muchas crisis que pueden ayudar a crecer a la pareja y madurar su amor o deshacerse a la primera frustración de "esto no lo esperaba yo". Las expectativas idealizadas y poco realistas, solo llevan sentimientos de injusticia y frustración. Esta decepción hace intolerable cada circunstancia que nos lleva a pensar que el amor no es eterno.

Algo interesante que podemos hacer entre todos es deconstruir los mitos que ya no son válidos y que nos limitan a lo que se "debe sentir y hacer" según nuestro género. Aquellos mitos que alimentan un sistema de creencias obsoleto que para nada concuerda con la amplia realidad de hombres y mujeres de hoy. Hombres y mujeres que tienen otros valores, creencias, deseos a los que esos modelos ya no les son válidos, generándoles más perjuicios que beneficios, y que limitan sus posibilidades de reinventarse, aprisionando en estereotipos que potencian la desigualdad, la dependencia y la insatisfacción entre el deseo y la realidad.
Las personas somos bastante más complejas que lo que los mitos de los cuentos de príncipes y princesas nos hacen creer. Acabamos encajonados en etiquetas que conforman nuestra identidad y determinan nuestra manera de vivir y esto limita nuestra capacidad para aprender y evolucionar en nuevos modos de relacionarnos y vivir nuestros sentimientos hacia otros y de forma más libre.


"Nunca el curso del amor verdadero se ha desarrollado sin problemas". (William Shakespeare)

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